lunes, 19 de abril de 2010

Ese sobreviviente de la matanza sigue estando ahí

Estamos de vuelta de uno de los momentos más crueles de nuestra historia, y de la historia latinoamericana: nos encontramos frente al genocidio, organizado, sostenido, ocultado por los gobiernos militares, en los países sudamericanos, alentado por estados y grupos imperialistas que veían en el avance de las luchas sociales y la concientización del pueblo el fin de sus intereses ideológicos y económicos.
Tal vez el período 76-83 sea el más dañino: sus hombres, sus símbolos, las instituciones cómplices, los capitales funcionales, su aparato de inteligencia, la crueldad y el horror, demuestran la perversión de un plan de exterminio, que no entendía más que una razón: la muerte detrás de la desaparición física de la disidencia, la impunidad y el miedo como procedimientos cotidianos para la legitimación del régimen.
30000 desaparecidos, tumbas NN, fosas comunes, robo y desaparición de 500 niños, y testimonios son las huellas que nos despabilan, inquietan y duelen a 34 años del horror. Cientos de exiliados y muchos asesinos, genocidas, cómplices, colaboradores, libres, sin condena, con vidas nuevas, en el exterior, demuestran lo que queda por atender a las gobiernos, cuyo único camino es la justicia y el castigo a los culpables.
Y para el pueblo, sobre todo los jóvenes, el conocimiento, el debate, el sostenimiento de la memoria conjunta, no como hecho, sino como compromiso por un NUNCA MÁS, de terrorismo de Estado y todas las formas de crimen en contra de las ideas.
Frente a la realidad del hoy, la exclusión, la violencia, la pobreza y la situación de la mayoría de los jóvenes de nuestro país, es un derecho el conocimiento del plan global que comienza en los años ’70, plan que sigue mostrando el deterioro de las redes sociales, el empobrecimiento cultural, el vaciamiento de la economía nacional, la deuda heredada, y la instauración ideológica de la paralización política.
Presenciar junto a los familiares de las víctimas la sentencia a los genocidas de Rosario nos permitió darle forma a una postura, el reconocimiento de una historia y el compromiso por defender los derechos constitucionales que sostiene la democracia.
A pesar de que muchas veces se diga cual es el intransigente lugar que ocupan los jóvenes en esta sociedad, aunque se siga diciendo que somos el futuro, creemos que somos el hoy, nos estamos formando para el futuro adulto, hoy estamos acá, ojalá podamos ser ese retoño verde que asomó después de tanto dolor en esta historia…

El ginkgo
Es el más antiguo de los árboles. Está en el mundo desde la época de los dinosaurios.
Dicen que sus hojas evitan el asma, calman el dolor de cabeza y alivian los achaques de la vejez.
También dicen que el ginkgo es el mejor remedio para la mala memoria. Eso sí que está probado. Cuando la bomba atómica convirtió a la ciudad de Hiroshima en un desierto de negrura, un viejo ginkgo cayó fulminado cerca del centro de la explosión. El árbol quedó tan calcinado como el templo budista que el árbol protegía. Tres años después, alguien descubrió que una lucecita verde asomaba en el carbón. El tronco muerto había dado un brote. El árbol renació, abrió sus brazos, floreció.
Ese sobreviviente de la matanza sigue estando ahí.
Para que se sepa.

Por Banaudi María Belen y Oregui María Ligia

No hay comentarios:

Publicar un comentario