lunes, 15 de noviembre de 2010

Aguafuertes- Estudiantes de comunicación

La cuestión era enfrentar a la Siberia. La mayoría jamás había deambulado por esos lares. Más bien, portaban un prejuicio familiar heredado y gestado en la opinión que tenían los mayores sobre el mundo de la Siberia en los años 70. Cuidado, porque es bravo! La frase repetida. Es un lugar PELIGROSO!
Pero la realidad resultó completamente distinta. En principio se veía el río y eso ya daba cierta sensación de grandeza natural prestada digna de considerar. No. Aquello no era un desierto gélido. Más bien parecía un lugar de descanso, pero en la presencia cementosa de sus edificios se adivinaba cierta dureza, firmeza de ideas imposibles de derribar.
Así que partieron en grupo a su primer encuentro con el mundo de la Siberia.
Resultó ser un laboratorio de grandes, medianas, pequeñas, pobres, inoportunas, aburridas asqueantes mundo de ideas. Todo eso en un mismo lugar. Los libros parecían escritos en las paredes, como sino existieran bibliotecas, pero allí estaban ellos. Los que venían, los que estaban, los que parecían no quererse ir nunca, y el mate y la discusión a flor de piel.
Lo que más jodía era esa permente insistencia por parte de los profesores de sacarnos una opinión. Que tanto nos querían a nosotros! Era para saber? Era para chupar nuestra forma de ser? Tal vez precisaran de nuestra sangre joven para sobrevivir? O Simplemente un juego de competencias en donde no estaba muy bien marcado el límite entre quién aprendía, quien decía que nos ayudaba a aprender y quienes, por las dudas, iban abriendo el paraguas, porque el mundo es competitivo y no vaya a ser que éstos mañana me volteen del pedestal.
Olvidé decir que el mundo de la Comunicación Social embruja el entusiasmo con las miles de fantasías y ganas de reformar el mundo. Hasta que nos acordamos que los medios son escasos, las necesidades ilimitadas, y que el principio económico no es tan solidario como debiera ser.
Entonces se aviva el estudio en una caldera de palabras que no tienen término, Nadie quiere caer en la trampa. Pero los sueños del decir ya están instalados definitivamente.

Patricia Martínez Dufour

No hay comentarios:

Publicar un comentario