En Argentina, como en muchos países de América Latina, se celebró el bicentenario de la revolución, entendiendo a esta como la revelación de las colonias españolas de su respectivo dominio. En nuestro país se pone sobre la mesa una especie de discusión histórica o ideológica, en la que se justifica o no el gran festejo del bicentenario. La excusa es que para muchos la real independencia se dio aquel 9 de Julio de 1816 en la ponderada casa de Tucumán, y que toda la celebración actual fue nada más que una herramienta política para mejorar la imagen del actual gobierno nacional.
Es considerable saber los contextos políticos, y las guerras contra los monopolios instaladas por el estilo del gobierno nacional actual, particularmente contra los medios de comunicación hegemónicos privados como el caso Clarin por ejemplo. Desde esta postura opositora de los monopolios se propago la idea de que los masivos festejos del bicentenario fueron sólo una herramienta política para mejorar una imagen desmejorada. La noción de que esa imagen política mejoró es cierta; pero el tema de fondo es si los festejos del bicentenario son auténticos o deben ser en 2016.
Con respecto a este tema se consultó a
En cuanto a la propuesta de un real bicentenario en el 2016, Valdettaro destaca que aquella fecha entro dentro de los imaginarios como la gran fecha de la independencia, una fecha que no se jacta de un carácter revolucionario y casi espontaneo como el 25 de Mayo, sino de una junta de representantes que realizan un hecho singular y muy importante como la independencia “real” del país.
Finalmente, Sandra Valdettaro sostiene esta importancia del carácter imaginario: “lo que se ve es que, por un lado, conmemorar la revolución de 1810 tiene que ver con una estrategia que se articula con el calendario legitimado por la novela nacional, en cambio 1816 supone asumir otros términos del debate histórico”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario