viernes, 19 de noviembre de 2010

Cuestión de imaginarios


Por GABRIEL BISANG

En Argentina, como en muchos países de América Latina, se celebró el bicentenario de la revolución, entendiendo a esta como la revelación de las colonias españolas de su respectivo dominio. En nuestro país se pone sobre la mesa una especie de discusión histórica o ideológica, en la que se justifica o no el gran festejo del bicentenario. La excusa es que para muchos la real independencia se dio aquel 9 de Julio de 1816 en la ponderada casa de Tucumán, y que toda la celebración actual fue nada más que una herramienta política para mejorar la imagen del actual gobierno nacional.

Es considerable saber los contextos políticos, y las guerras contra los monopolios instaladas por el estilo del gobierno nacional actual, particularmente contra los medios de comunicación hegemónicos privados como el caso Clarin por ejemplo. Desde esta postura opositora de los monopolios se propago la idea de que los masivos festejos del bicentenario fueron sólo una herramienta política para mejorar una imagen desmejorada. La noción de que esa imagen política mejoró es cierta; pero el tema de fondo es si los festejos del bicentenario son auténticos o deben ser en 2016.

Con respecto a este tema se consultó a la Dra. en Comunicación Sandra Valdettaro, quien es Directora del Departamento de Cs. de la Comunicación de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Profesora Titular de la cátedra “Epistemología de la Comunicación” de la carrera de Comunicación Social en la UNR, investigadora y suele publicar artículos referidos al ámbito comunicacional en relación a hechos actuales en el diario rosarino La Capital. Sandra nos dice que los festejos del bicentenario se relacionan con un imaginario colectivo que se construyó: “el festejo del bicentenario tomando como referencia 1810 tiene que ver con la representación que tradicionalmente se le dio en la novela de la historia del país a esa fecha, que conformó un imaginario sobre la revolución a partir de los discursos escolares, políticos, historiográficos, etc.”

La Dra. considera que el debate en cuanto a precisiones históricas está latente y debe hacerse; es un debate que se está realizando en estos mismos momentos en textos históricos, políticos y sociales. Sabiendo que llegar a respuestas certeras y convincentes sería casi una utopía, Sandra propone remarcar el carácter de “imaginario” que tomaron estos hechos. La historia se encuentra lejana y exacta, y muy difícil de abarcar; en este sentido las interpretaciones son las únicas que nos hablan de estos hechos, por lo que se crea un supuesto, un imaginario de aquello que sucedió. Propone analizar particularmente que fue lo que sucedió en esos seis años este “revolución” e “independencia”, ya que dentro de estos hechos puede encontrarse el nodo de la cuestión.

En cuanto a la propuesta de un real bicentenario en el 2016, Valdettaro destaca que aquella fecha entro dentro de los imaginarios como la gran fecha de la independencia, una fecha que no se jacta de un carácter revolucionario y casi espontaneo como el 25 de Mayo, sino de una junta de representantes que realizan un hecho singular y muy importante como la independencia “real” del país.

Finalmente, Sandra Valdettaro sostiene esta importancia del carácter imaginario: “lo que se ve es que, por un lado, conmemorar la revolución de 1810 tiene que ver con una estrategia que se articula con el calendario legitimado por la novela nacional, en cambio 1816 supone asumir otros términos del debate histórico”.

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