domingo, 21 de noviembre de 2010

En busca del Bicentenario correcto


A lo largo de este año la palabra “Bicentenario” ha sido empleada en muchas ocasiones. ¿Por qué? Porque hace doscientos años se producía la Revolución de Mayo, aquel ya famoso 25 del quinto mes de 1810. A los grandes festejos por el bicentenario de esta revolución se le suman utilizaciones del suceso en hechos como el Censo, llamado Censo del Bicentenario, y la creación del “Fondo del Bicentenario” para pagar la deuda externa por parte del Gobierno Nacional, entre otras.

Pero aparecieron otras voces. Opiniones que se manifestaban en contra de considerar a este suceso como el indicado para celebrar la independencia, defendiendo a ultranza al 9 de Julio de 1816, suceso para ellos definido como el verdadero acto de independencia.

Entonces la problemática se plantea: ¿Estamos o no ante la presencia del Bicentenario de nuestra patria? ¿Debe considerarse al 2010 o al 2016 como la fecha indicada?.

En ese marco confluyeron diferentes reflexiones desde distintos aspectos. Alberto Pérez, docente de la cátedra Procesos de Modernización I en la facultad de Ciencia Política y RRII de la UNR, se manifestó a favor del 2010 argumentando que la revolución de Mayo genera esa ruptura con el orden colonial en el que no habría vuelta atrás. Además, desmintió a aquellos que consideran al 9 de Julio de 1916 como la “Independencia federal” al argumentar que no participaron de ese hecho provincias como Santa Fé, Entre Ríos y Corrientes, desmintiendo así ese carácter federal de lo ocurrido en la casita de Tucumán.

Carlos Del Frade, periodista en Radio Universidad, coincide con Pérez en la fecha pero su concepto se aleja cada vez más del docente cuando incorpora elementos como la falta de independencia. Asegura que en 1810 se produce el origen de un “sueño colectivo” pero le agrega la palabra “inconcluso” al indicar que espera el día en que finalmente ese sueño se concrete y seamos realmente independientes.

Eugenia Ruiz Bry, licenciada en antropología, va a vertir en sus conceptos esa misma incredulidad sobre la independencia al igual que Del Frade. “Cambiamos de collar, pero no de perro” reflexiona Eugenia, admitiendo la aún vigente dominación existente sobre América Latina. Y es en Ruiz Bry donde aparece la oposición al Bicentenario en el 2010: entiende que la independencia es un proceso, que comenzó en 1810 pero que de ningún modo puede ser interpretada como ese único suceso.

Una mirada totalmente diferente sobre este particular suceso fue la que brindó Sandra Valdettaro, investigadora de la UNR, al argumentar que “el festejo del bicentenario tomando como referencia 1810 tiene que ver con la representación que tradicionalmente se le dio en la novela de la historia del país a esa fecha, que conformó un imaginario sobre la revolución a partir de los discursos escolares, políticos, historiográficos, etc”. Afirma que la exactitud de nuestra independencia aún no ha sido definida pero que a partir de esa incerteza, los festejos del Bicentenario durante este año respondieron a ese imaginario creado de aquello que sucedió.

Entonces ¿1810 o 1816?. Ni uno ni el otro. Ambas. Tanto la revolución de mayo como la declaración de la Independencia en Tucumán son sucesos totalmente necesarios e imprescindibles para poder entender este proceso tan difícil llamado libertad. Libertad que algunos dicen aún no haberse logrado, ya que la historia mostró esa constante dependencia por los países desarrollados.

Idas y vueltas, guerras, contradicciones y excepciones a cualquier regla. Así se construyó la historia argentina, que pide a gritos interpretaciones y explicaciones como causa y consecuencia de lo que nos ocurre día tras día.

BISANG - FERRANDO - RAVAIOLI - SECCI

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