lunes, 28 de junio de 2010

Mujeres y fútbol, una pasión que crece en los mundiales

No caben dudas que el fútbol es parte de la vida cotidiana y, además, ha sido un elemento para la construcción de la identidad nacional. Desde los años 20 se fue constituyendo como un componente importante en la vida de los argentinos. Entre 1945 y 1955 fue un momento crucial para la incorporación de los sectores populares al deporte que, junto con la educación y la propaganda estatal intentaba afirmar la identidad nacional.
Beatriz Sarlo plantea que en la actualidad las instituciones que producían nacionalidad se han deteriorado o han perdido sentido, pasando a primer plano otras formas que existieron antes. En la llamada posmodernidad que estamos viviendo, el fútbol opera como aglutinante: es fácil, universal y televisivo. O visto de otra manera, a través del fútbol se incluye a quienes de otra manera se excluye.
Históricamente el fútbol es un juego de hombres; incluso, la mirada al deporte ha sido construida desde el lugar del varón, resultando muy difícil la integración de géneros. Rastreando históricamente, a partir del siglo XIX, la institucionalización del fútbol pasó por instancias tales como la escolarización, el esparcimiento y luego la profesionalización. Mujeres, varones y niños compartieron los dos primeros momentos, pero, con el tiempo, la práctica y su representación constituyeron parte del mundo masculino con reglas y valores que pertenecen a su dominio.
Sin embargo, y a pesar de lo planteado, hoy por hoy, la mujer no sólo va al estadio, sino que es un valor preciado que circula en la agenda de los medios y conduce programas de televisión dedicados especialmente al tema. Ellas, junto a los hombres, fueron construyendo las identidades locales a través de un "sentimiento" compartido entre los que siguen a un equipo. Para ambos la cancha es un espacio que les pertenece y que pueden administrar con sus propias reglas.
Basta una recorrida por las calles rosarinas los domingos de clásicos para ver que el fútbol es una pasión permanente y suprema. Ahora bien, muchas veces el lugar que ocupa la mujer en los mundiales de fútbol decrece por cuatro años y sólo participan en la carnavalización que acompaña a estos eventos, en tanto se disfrazan o adoptan ciertas actitudes, siendo este carnaval una ruptura con la hegemonía o un desahogo popular contenido que, ayudado por los medios, se convierte en una puesta en escena futbolística. Y pasado el mes en el que el fútbol es protagonista la emoción decrece, como decrecen las publicidades, las interpelaciones políticas y comerciales.
Pero más allá del lugar que ocupa cada mujer en el fútbol, más allá de los procesos de negación y exclusión que pretenden algunos hombres respecto de ella en el tema y, sin desconocer que lo masculino es parte de las prácticas y de los significados de este juego, el fútbol ya es un terreno conquistado por el género femenino.
El deporte, como todo proceso social, no es algo dado y permanente, sino, por el contrario, dinámico. El espectáculo deportivo se vuelve a inaugurar una vez más. Un nuevo ritual nacional operará como la articulación entre el deporte y los argentinos. Aprovechar el Mundial de fútbol para disfrutar de un buen espectáculo es una opción válida. Retomarlo para pensar qué sociedad tenemos y queremos debería ser una obligación de todos los que la conformamos. El juego ya empezó.

Britez, Mayra

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