Gran cantidad de fuegos artificiales sorprendieron a los rosarinos la noche del 25 de Mayo. Fue un show que duró casi media hora y donde los aplausos no se dejaron de sentir.
Llegar al monumento fue una odisea que comenzó casi 3 horas antes de que empezara el show de luces y colores. Si bien la municipalidad había pedido encarecidamente que las personas se dirigieran temprano a las orillas del río Paraná para poder organizarse, el caos reinó de la misma forma. A las 6 de la tarde las calles del centro se volvieron intransitables y los autos fueron estacionados en cualquier sitio. Nadie quería perderse los fuegos de artificio.
Llegando a las 7 y media de la tarde la ciudad se mostró abandonada. Los autos tirados abundaban por Av. Belgrano. El tráfico había impedido la circulación, por lo tanto los conductores decidieron dejar sus autos a la deriva y comenzar a correr al monumento. Niños, ancianos y adultos corrían entre los canteros con un único destino: Ver el espectáculo preparado.
A las 8 de la noche puntual, con un amontonamiento importante de personas, la música comenzó a sonar fuerte y el monumento se iluminó con los colores de la bandera y un juego de luces en 3D, similar a los usados en el Cabildo y en el re inaugurado teatro Colón en Buenos Aires. Muchas exclamaciones de sorpresa se mezclaron con los aplausos cada vez que aparecía una nueva imagen sobre el barco de cemento. Se agitaron banderas y rayos de luz iluminaron el cielo.
Y lo más esperado no tardó en llegar. Casi a las 8 y media de la noche los fuegos artificiales comenzaron a salir por detrás de los galpones 17 y 18 e iluminaron todo el frío cielo de nuestra ciudad. Si había gente que todavía no había podido llegar hasta el monumento, dejó de intentar y se ubicó en un espacio donde no hubiera árboles, para poder ver los fuegos que eran casi visibles desde cualquier lugar de la zona. Muchos abrazos, muchas sonrisas, algunos niños llorando, pero por sobre todo, mucho honor por nuestra patria.
Gala Décima Kozameh
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